Elías abrió los ojos y vio un
mundo diferente a donde estaba. Había muchos árboles y él estaba apoyado sobre
ramas. Se paró adolorido y observó su alrededor. Comenzó a escuchar la voz de
un niño llorando y no dejaba de observar a su alrededor para encontrar al niño.
El niño dejó de llorar apenas
habló. Elías comenzó a caminar y a pasar entre varios árboles, hasta que encontró una banca y en
él, estaba un niño con la mirada agachada.
Elías escuchaba detenidamente
como su respiro era agitado y se aguantaba las ganas de llorar.
Cuando se acercaba para darle un
abrazo, lo atravesó al niño. Elías todo confuso se levantó exaltado y no dejó
de observar al niño.
El niño se para lentamente y cae
de rodillas al suelo de ramas y mira directamente al sol.
Elías lo único que hizo fue sentarse
y se quedó observándolo. En unos segundos notó que la luz del sol comenzó a
alumbrar directamente al niño y desde el cielo se escuchó una voz de poder.
- Se hicieron tantas promesas de las cuales ahora solo el sol radiante lo desvanece. Oh bella vida que alumbra bajo las gotas de agua, ¿Cuánto tiempo más esperaré? – Gritó el niño.
Un gran viendo sacudió muchas
ramas y al niño lo tumbó quedando echado entre las ramas. El sol dejó de
alumbrarlo.
Se escuchó una gran carcajada.
Elías se levantó preocupado por
el niño y se detuvo en mitad del camino al observar que el joven se levantaba
por sí mismo
Y el sol volvió a alumbrar al
niño que estaba frustrado por sus ideas.
El niño se levantó enojado y
gritó de furia.
Y una gran tormenta tapó la
claridad del cielo y se tornó oscuro.
El niño se postró y alzó la
mirada al cielo.
La tormenta paró y vio de nuevo
la luz radiante.
Y del suelo agarró una rama, lo
guardó en su bolsillo, y se fue sin un rumbo. Elías seguía observando cómo se
alejaba el niño lentamente.
Un gran temblor comenzó a sacudir
todo el ambiente. Comenzó a aparecer neblina y Elías intentaba huir. Corría
desesperadamente. No sabía para donde ir porque solo había árboles a su
alrededor.
- ¡DÉJAME EN PAZ! – gritó.
Por andar observando de dónde
provenía la voz, se tropieza con una piedra cayendo entre muchas hojas y ramas.
El temblor paró y Elías se levantaba lentamente. Comenzó a escuchar pasos como
si alguien se acercara a él. Elías no quiso levantar la mirada por miedo.
Elías alzó la mirada y vio a lo
lejos a un hombre parado con una túnica negra que sostenía una hoz. Elías se
quedó frío porque presenciaba a la “muerte”.
- Tu alma. – Dijo.
Elías se paró y lo miró
detalladamente. Vio que había niños a su alrededor y estaban felices.
Elías no confiaba en él.
El hombre misterioso se burló.
Elías dio un paso hacia atrás.
El hombre misterioso comenzó a
caminar alrededor de él junto con los niños.
Elías no sabía que escoger.
Elías retrocedió y lo señaló.
El hombre lo miró con una sonrisa
fingida.
Elías se sintió mareado y cayó al
suelo perdiendo la conciencia. El hombre se acerca ante él y le toca la mano.
"Relatos del Monseñor"
©
1ª Edición: Editada y corregida.
Autor: Gustavo Ballena Rázuri, Lambayeque, Perú.
Todos los derechos reservados, prohibida su distribución no autorizada.
Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito al autor.
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