martes, 3 de diciembre de 2013

Un diamante

Andas en el mundo con un gran diamante en tus manos. Miras alrededor del mundo y observas como las personas se acercan lentamente a ti mirando fijamente aquel diamante. Tú, todo inocente te acercabas a ellos y con una gran sonrisa les decías “hola”, pero todos te saludaban mirando al diamante. Conversaste con varios y nunca llamaste la atención. Te preguntabas “¿Y si tiro el diamante quien me sonreirá?”. 
Comenzó a llover y muchas personas comenzaron a traer bufanda y lo ponían alrededor de su diamante. Necesitabas un abrigo, te estabas enfermando. No sabías si esas gotas en tu rostro era por la intensa lluvia que rosaba en tu piel, o imparables lágrimas que no dejaban de salir de aquellos ojos. Te vi, me acerqué, miré tus ojos, me quité mi abrigo y te lo di. Volví a mirar tus ojos, me despedí, y me fui lentamente entre toda esa gran multitud que estaban a tu lado solo por ver una belleza artificial. Sabes, lo más hermoso fue ver un gran diamante que sostenía entre sus manos una roca preciosa. Corriste a mí, quisiste entregarme tu piedra, y yo la negué. 
Susurré en tus oídos, “No necesito grandeza para quererte, has hecho suficiente con solo correr a mi lado”. Sujeté tu hombro con mi mano y derramé una lágrima, aquella que no iba a olvidar, porque te conocí. Te aprecio por querer darme grandeza, pero me has dado un diamante, aquel que lo llamo “amistad”.


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1ª Edición: Editada y corregida.
Autor: Gustavo Ballena Rázuri, Lambayeque, Perú.
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