miércoles, 21 de agosto de 2013

El espíritu de rama: Una Estrella - "Monseñor"


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CAPÍTULO 3:  Una Estrella

Elías abrió sus ojos y fue a brazos de su hermana.

             -          ¿Dónde está mamá? – preguntó Elías.

Victoria no dejaba que Elías viera su rostro lleno de lágrimas.

             -          ¿No recuerdas? – preguntó.

Elías confundido de todo se para y mira a su alrededor.

             -          ¿Dónde estamos Victoria? – Preguntó asustado. - ¿Dónde está papá y mamá?


Victoria se quedó asombrada de las preguntas de su hermano. Estaba comenzando a creer que Elías oprimía sus recuerdos.

             -          Ya no importa Elías. Sigue descansado, luego vengo a por ti. – Victoria se paró.
             -          ¿A dónde vas hermana? – Preguntó sin soltar a su hermana.

Victoria no sabía que decirle. No podía decirle que arriba estaban los cadáveres de sus padres.

             -          Eh… voy a traer tu estrella Elías! – Dijo Exaltada.
             -          ¡Mi Estrella! – Saltó de emoción – Pero aún no es mi cumpleaños.
             -        Lo sé hermano, pero no esperaré más. – Victoria se paró. – No salgas de este cuarto por ningún                  motivo. Si tienes hambre allí hay comida. Vuelvo enseguida. Júrame que no abrirás la puerta por                    ningún motivo.
      
Elías estaba confundido pero terminó aceptando las condiciones de su hermana.

             -          Está bien, pero no demores. – Dijo Elías.
             -          No te preocupes hermano, no demoraré.

Victoria abrió la puerta secreta y ella quedó asombrada. Cerró la puerta dándole un beso al aire a su hermano.
Elías fue a buscar en el almacén algo de comida. Encontró muchos sobres de sopas. Escogió uno y se lo preparó. Se sentó en el suelo y comenzó a tomar su sopa. Mientras comía escucho una voz de mujer.

             -          Te amo. – Susurró en la oreja de Elías.
             -          ¿Mamá? – Volteó a ver.
No había nadie pero sintió que era su madre.
Al terminar su sopa, lavó lo que había ensuciado. Mientras lavaba comenzó escuchó una voz de un hombre.
             -          Te amo. – Susurró en la oreja de Elías.
             -          ¿Papá? – Volteó a ver.
Al apreciar que no había nadie en la habitación comenzó a llorar. Se sentía solo y agotado. Comenzaba a pensar sobre un sonido muy estruendoso que había escuchado.
             -          Me parece conocido ese sonido. Es como de una pistola pero no recuerdo donde lo he                                escuchado.  – Se dijo en su mente.
Elías cansado de esperar a su hermana y de llorar se echó en su cama.
Así pasaron los días. Se levantaba, comía, escuchaba, lavaba y se dormía hasta que llegó su cumpleaños y su hermana no venía con la estrella.
Agarró un queque que había en un envase, le puso un fósforo para simular una vela. Cerró los ojos sollozos.

             -          Cumpleaños Feliz… Te lo deseamos a ti. – Comenzó a imaginar su familia. – Cumpleaños Felices                 te lo deseamos a ti.
Elías recordó el sonido de la pistola y gritó.

             -          ¡MAMA!
Abrió los ojos y no había nadie. Todo lo que había imaginado se esfumó a una habitación desolada. Elías no dejaba de llorar. Sus propias lágrimas hicieron apagar el fósforo que había colocado.

             -          Deseo… deseo a… mi familia. – Tartamudeó.

Arrojó el queque y se fue directo a su cama. Cerró los ojos para evitar llorar pero era imposible. Se sentía vació, sin calor familiar. De tanto llorar se quedó dormido.
Al levantarse, agarró un reloj y se dio cuenta que ya era un nuevo día. Eran las 8 de la mañana y su cumpleaños ya había pasado. No pudo mas con el ambiente que decidió abrir la puerta pero había un obstáculo que no permitía abrir la puerta. Elías no tenía la fuera necesaria para abrirlo.
             -          ¡VICTORIA ABREME PORFAVOR!  - Gritó Elías.
De tanto chocar con la puerta, logró abrirlo. Cuando salió de la habitación, se dio cuenta que había sangre en el piso y comienza a recordar que acá fue la última vez que vio a sus padres.
Recordó que aquí su padre tenía un plan para atrapas a los animalitos. Recordó que tenía una misión. Intentó no llorar pero los sentimientos le ganaron. Caminó lentamente por la habitación hasta llegar a la puerta y lograr salir. Secó sus lágrimas y vio que la casa estaba tranquila.

             -          ¿Papá? – tartamudeó.

Bajó las escaleras para ir a la cocina.
Mientras bajaba se dio cuenta que sus ventanas estaban rotas como si alguien hubiera entrado.

             -          ¿Mamá? – Dijo estando en la cocina.

Vio que había platos sucios así que decidió lavar. Eso logró calmar el llanto de Elías.
Cuando alzó un plato, encima había una bala. Elías tenía el desconocimiento de aquel objeto. Lo agarró y lo guardo en su bolsillo. Elías continuó lavando.
Al terminar de lavar, escuchó un ruido que provenía del cuarto de Victoria.

             -          ¿Hermana? – Dijo Elías. - ¿Eres tú?

Entusiasmado, corrió a la habitación de su hermana. Al estar en su puerta, encontró sangre saliendo de la habitación.
Elías abrió la puerta muy tímido. Encontró a su hermana, tirada en el piso, con una perforación en el corazón y abrazando un cofre.
Corrió a ella.

             -          ¡HERMANA! – Lloró.
La samaqueaba pero no reaccionaba. Llevaba días muerta.

             -          No me dejes por favor, no sé qué haría sin ti. – Gritó.

Elías abrazó a su hermana y lloró hasta quedarse dormido con el cuerpo.
A unas horas se levanta pensando que había sido una pesadilla, pero la realidad lo atormentaba. Comenzó a llorar en silencio.
             -          Dijiste que no me dejarías – susurró Elías.
Elías agarró el cofre que tenía abrazando su hermana.
Vio una nota que decía “Feliz Cumpleaños Elías”.
Elías abrió el cofre y encontró otra nota. Abrió la nota que decía:

Tú eres mi estrella. Guiaré tu camino para que vuelvas al cielo. Quizás digas que la atrapé con la mano, pero no te diste cuenta que con la otra te sostenía a ti. Nunca te soltaré hermano, siempre estaré para ti. Te amaré hasta mi muerte. Victoria, tu hermana”

Elías no dejaba de llorar. Miró por última vez a su hermana y salió corriendo. Bajó rápido de las escaleras y abrió la puerta para salir de su casa. Cuando lo abrió un sol radiante nubló la visión de Elías.
Al ver, ser dio cuenta que las calles estaban desoladas. Caminó sin rumbo, sin razón de existir. Solo.
El vecino lo vio y lo llamó pero no hizo caso. Siguió caminando hasta ya no poder.

Aún de muy pequeños somos muy frágiles para comprendes muchas realidades que se presenta en la vida. Aún no sabemos diferenciar entre la muerte y la vida. Elías vio la vida y la muerte. Se dio cuenta que ahora estaba solo. Sin padre, ni madre, ni hermana… solo él. Ahora su camino se tornará en las calles donde agonías esperan. Aún para Elías ese recuerdo es fuerte porque cuando regresó a casa recordó los sucesos. Recordó quien era.


UN NIÑO

"Relatos Del Monseñor"

©
1ª Edición: Editada y corregida.
Autor: Gustavo Ballena Rázuri, Lambayeque, Perú.
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